SOBRE MÍ

La mirada detenida del tiempo

Hay fotógrafos que capturan momentos. Enrique Cidoncha, sin embargo, los contempla. Su obra no se limita a registrar la realidad: la observa, la escucha, la espera. Como un alma antigua en un cuerpo contemporáneo —tal como él mismo se define—, su trabajo es un delicado ejercicio de presencia. Cada imagen suya es una pausa; un espacio donde lo cotidiano se vuelve revelación.

Radicado en Madrid, Enrique Cidoncha ha construido una trayectoria coherente y silenciosa, alejada del ruido, pero profundamente ligada al alma de los acontecimientos culturales y humanos. Su cámara ha recorrido escenarios teatrales, calles, instituciones, rostros… siempre con una mirada paciente, sensible, atenta a la emoción que no se dice, pero se queda.

A lo largo de los años, ha participado en iniciativas internacionales, con escalas visuales en París, Cáceres, Bucarest, Cuba o Ulm, donde su obra dialoga con otras geografías pero sin perder su acento íntimo. Ha sido testigo y narrador visual en eventos del Instituto Cervantes, en homenajes teatrales, y en proyectos audiovisuales como el documental “Javier Fernández. Rompiendo el hielo”, producido por RTVE.

El arte de mirar

En la fotografía de Enrique Cidoncha hay una ética de la espera. Su obra no interrumpe, no irrumpe: acompaña. Ya sea en un retrato, en una escena teatral o en un evento institucional, su lente no pretende ser protagonista, sino cómplice. Se diría que se retira un paso para dejar que la imagen respire. El resultado es siempre el mismo: fotografías que no se ven, sino que se sienten.

Cada encuadre, cada sombra, cada textura de su trabajo parece preguntarse por la dignidad de lo que mira. Esa búsqueda —honesta, pausada, persistente— define su estilo. Un estilo donde la belleza no es artificio, sino verdad descubierta.

Sus imágenes no gritan. Susurran. Por eso, tal vez, perduran.

El arte de mirar

En la fotografía de Enrique Cidoncha hay una ética de la espera. Su obra no interrumpe, no irrumpe: acompaña. Ya sea en un retrato, en una escena teatral o en un evento institucional, su lente no pretende ser protagonista, sino cómplice. Se diría que se retira un paso para dejar que la imagen respire. El resultado es siempre el mismo: fotografías que no se ven, sino que se sienten.

Cada encuadre, cada sombra, cada textura de su trabajo parece preguntarse por la dignidad de lo que mira. Esa búsqueda —honesta, pausada, persistente— define su estilo. Un estilo donde la belleza no es artificio, sino verdad descubierta.

Sus imágenes no gritan. Susurran. Por eso, tal vez, perduran.

Scroll al inicio
Enrique Cidoncha
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.